Las Maravillas es el último libro que propusimos en nuestro Club de Lectura de Agua de Mayo para leer, con el propósito de comentarlo el miércoles 17 de mayo. La propuesta, esta vez, corrió a cargo de Florentino Paredes (coordinador del Club de lectura) , que había leído la novela (también por recomendación).
Se trata de la primera novela de Elena Medel, una joven escritora que publicó su primer libro poesía en su adolescencia, fundó su propia editorial (La Bella Varsovia) y tiene escritas tres novelas sin publicar, así que, si, es su primera novela, pero desde luego Elena no es una escritora sin experiencia.
Elena llegó a nuestra asociación, tal como se había comprometido cuando Florentino la invitó, no importándole cargar con su maleta de ruedas para el viaje que tenía previsto al día siguiente de madrugada. Llegó desde Madrid, desde el barrio de Carabanchel donde reside, hasta Alcalá de Henares, a un club de lectura, que no a una promoción de su novela, solo por el gusto de compartir con nosotras detalles sobre la su novela, pareceres con los lectores y una tarde inolvidable.
Su mirada y su sonrisa ya nos ponen en antecedentes, nada más empezar a hablar, de que vamos compartir momentos con la escritora que seguramente nos completarán, como ha sucedido en otras ocasiones, la experiencia íntima de una lectura de tal forma que se convierte en mucho más.
Elena es una persona entusiasta, alegre, pero sobre todo humilde, comprometida y auténtica. Cuando alguien es capaz de abrir su corazón como lo hizo Elena el pasado miércoles, y pone a nuestra disposición, de manera totalmente altruista, toda su experiencia en el proceso de la escritura de su novela, sus convencimientos más profundos y todo por amor a la literatura y al efecto que una lectura provoca en el lector, es un verdadero lujo.
Como es el proceso de creación en el caso de Elena Medel
El proceso de creación de las Maravillas le llevó cuatro largos años, casi cinco, hasta la versión definitiva que llegó en mayo del 2020 desde aquel marzo de 2015 en que terminó la primera versión en el sofá de la casa de sus padres en Córdoba, como ella misma nos contó.
Elena es una escritora exigente, muy exigente consigo mismo y por eso tiene, según nos contó, una carpeta en su ordenador con las cosas que NO decide publicar porque no quiere terminar, porque termina y no cree que merezca la pena que alguien dedique su tiempo a leer algo que, al menos para ella, no tiene todo lo que puede tener.
Nos confiesa que, después de publicar las Maravillas, se ha dado cuenta que no puede escribir novelas de la manera bucólica que parece que hay que escribirlas: de manera continuada, sentada frente a la página en blanco, esperando que siga la inspiración para poder ir completando la historia, si no que, con una vida ocupada, en la que hay que dedicar horas al trabajo que nos da de comer, como la de cualquiera (aunque en su caso tenga la suerte de poder trabajar en una editorial propia que, al menos le permite trabajar en algo que le gusta y que tiene que ver con su profesión), hay que cambiar el sistema de trabajo y hacerlo mucho más metódico: Planeando la estructura de la novela, con la historia completa, y desde ahí ir desgranando detalles, personajes , seccionando la historia, como si de una película se tratara, para planificar, en cada sesión de trabajo que pueda sacar, que es lo que quiere escribir y desde donde.
Metódica con todos los detalles que nos brinda en la novela, hasta el punto de haber comprobado todos y cada uno de los datos históricos o referenciales a lugares o costumbres, de tal manera que todos ellos sean posibles, con una minuciosa labor de investigación que la han llevado a pasear todos y cada uno de los rincones en los que se desarrolla la novela, transitar los caminos, los espacios, haciéndola sentir que, al menos, la autenticidad y verosimilitud sea intachable.
Las Maravillas
Interesada en la novela realista, las Maravillas es tan real que podemos vernos reflejados en cualquiera de sus personajes, o casi cualquiera. Con personajes inspirados en distintas personas de su entorno, en sus experiencias , pero sobre todo personajes diseñados para contar lo que a Elena le interesa contar.
Una novela comprometida, con un compromiso político, del que lejos de huir lo abandera como parte del sentido de su prosa y las historias que le interesa contar.
Una novela que tiene como uno de sus ejes es, sin duda, el dinero como determinante de las elecciones vitales de cada protagonista, tanto en el caso de Alicia (cuando de repente deja de tenerlo y como cambia su vida), como en el caso de María (y su procedencia humilde que también le condiciona sus posibilidades).
Otro de los ejes: la mirada femenina y feminista con la que impregna a sus personajes, acompañada de la importancia de los movimientos asociativos, presentes en su vida personal desde siempre y que tiene claro que le hacen ver la vida desde otro punto que no sería el mismo, sin duda, sin esa experiencia.
El eje histórico, que quiere impregnar la historia de momentos históricos como las primeras elecciones en las que ganó el partido socialista en 1982, o la muerte de Franco en 1975, siempre desde una mirada
Su Córdoba natal y Madrid , dos ciudades que conoce muy bien Elena, son las ciudades que elige para que se desarrolle la historia de los tres personajes claves con los que nos hace pasar de un tiempo a otro, alternando personajes y momentos vitales para llevar a un final, que como ella misma nos comenta, prefiere no cerrar, porque no es lo importante de Las Maravillas y porque le encantan los finales abiertos para las novelas.
Elena tuvo tiempo también para compartir algunos de los títulos que han influido en la construcción de personajes como el de Alicia ( Tenemos que hablar de Kevin: Centrada en Kevin Katchadourian, un adolescente responsable de varios asesinatos en su escuela, está narrada en forma de novela epistolar desde la perspectiva de su madre, Eva.), o El fin de Alice. Y también de confesarnos su admiración por autoras como Carmen Martín Gaite, Marta Sanz o Juan Vilá (entre otros) o la impresión que le provocó la primera lectura de Poeta en Nueva York de Lorca, allá en su adolescencia y que le llevó a querer «aprender a hablar en ese lenguaje de la poesía», como ella misma lo describe.
Una vez más, darle las GRACIAS a Elena y al resto de escritoras que nos han visitado en nuestro club de lectura, como Bibiana Candia (que de algunas de ellas (María Bautista y Marta Sanz) no hemos tenido tiempo de escribir crónica de las experiencias) , pero que siempre aportan una riqueza a la lectura que seguro no olvidaremos fácilmente. Esperamos con impaciencia la siguiente oportunidad que nos brinde el club de lectura de que nos visite otro autor o autora